lunes, 19 de abril de 2010

Un aspirante de campeonato(A championship contende)



En una de sus versiones más convincentes de la temporada, con mucho fútbol y gran energía, el Madrid supera con creces a un Valencia con poca fe

El Madrid fue la marabunta. El clásico no le ha deprimido y se sostiene como aspirante real. Vista su actuación ante el Valencia , no sólo tiene fe. Menos contundente de lo que acostumbra, anoche tuvo fútbol del bueno y del muy bueno. Por esa vía encontró una victoria que mereció de principio a fin. Jugó con un vigor extraordinario, sin conceder un respiro a su adversario, que se desliza por la Liga como en un paisaje lunar, con baches demasiado frecuentes, una defensa remendada, un ataque elitista y un técnico con aire desquiciado. Ya sin horizontes y tras una temporada sin rumbo fijo, el Valencia pasó un calvario ante un Madrid empujado desde Cornellà-El Prat.
El primer tiempo fue de sus mejores episodios del curso: la defensa, muy lejos de Casillas, nunca se agrietó; los centrocampistas ocuparon como nunca los espacios y los dos atacantes jugaron con fuego en las pupilas. El Madrid fue una manada capaz de engullir por igual a Silva que a Villa, dos figurantes, sobre todo el primero, desnortado por Chamartín.

Al frente del Madrid se situó Guti, al que le falta depósito para toda una jornada, pero tiene el angular que le distingue. A su alrededor gravitó el grupo de Pellegrini, con Gago de tapón, Alonso con el compás y Van der Vaart como amenaza al borde del área, donde explota su poderoso remate. Cuando no remaban los laterales ?en muchos momentos obligaron a Pablo y Mata a ser más defensas que extremos?, Cristiano e Higuaín se dejaban caer a los costados. Guti y Alonso tenían suministro para todos.

El partido resultaba una encerrona para el Valencia, enclaustrado en el balcón de César. El Madrid, pese al riesgo que supone desnudarse ante futbolistas como Mata, Pablo, Villa y Silva, jugaba en el campo rival. Ahí se perdió Silva, superado de principio a fin durante el envite. Una rémora para un Valencia que no va sobrado, y mucho menos lejos de Mestalla. Con el canario en el cuarto oscuro, el equipo de Emery sólo aceleraba: mucha prisa y poca precisión.

Al Madrid sólo se le resistió el gol. Así es el fútbol. Muchas veces le ha sobrado pegada y faltado fútbol; en su mejor versión, en lo que al juego se refiere, esta vez se quedó seco. Su repertorio de ocasiones, llegadas claras y remates fue extensísimo. En su contra, factores como César, el infortunio y la falta de puntería. Y algo quijotesco. Hay ocasiones, caso de anoche, en las que Cristiano se siente invulnerable, como el 'Capitán Araña', pero a pedales. Son demasiadas las veces que los ataques madridistas empiezan y acaban en Cristiano.

Los jugadores como él son más que capaces de resolver mil partidos por su cuenta, pero resuelven muchos más cuando son la guinda colectiva, el toque de distinción. Son tantas sus guerrillas que no es extraño que se destemple con hinchadas, contrarios y compañeros. Su efecto resulta devastador. En media hora, los centrales Alexis y Maduro, ya habían sido sancionados.

En una noche de contrastes, en plena carga local, Guti rebañó la pelota a Bruno y, lo que es más habitual, al instante trenzó una asistencia exquisita, con el exterior de la zurda, para Higuaín, que evitó con gran facilidad la emboscada de Albelda y superó a César con un remate ajustado. Guti era el dueño del partido y Xabi Alonso su socio perfecto. Pocos minutos después del tanto, el Madrid dejó constancia de su excelencia, que ayer sí la tuvo en varios momentos. Desde el eje hasta César, Gago, Guti e Higuaín se asociaron entre paredes y varios toques sutiles hasta que Alexis barrió el segundo gol bajo el larguero.

Al Madrid sólo le faltaba mayor distancia en el marcador, sin correspondencia con el juego. Y ante equipos como el Valencia, que, por mal que se pinten, no alinean precisamente a unos piernas, siempre resulta un riesgo. Con el Madrid sin dar la puntada definitiva, el Valencia mejoró su versión en el segundo tramo. Entonces tuvo mayor decisión, aliviado quizá por mantenerse en el encuentro más de lo esperado. Hasta que, aún con 1-0, Silva dejó su única huella en el partido. Otro contraste: no fue un pase de chistera, sino un zurriagazo a la escuadra derecha de Casillas desde fuera del área, que no es su especialidad. Un aviso inquietante para el Madrid, contrariado por estar ante el precipicio sin haberlo merecido.

Cuando llegan los apuros, para eso están las verdaderas estrellas. La de Cristiano es auténtica. Lejos de iniciar su enésima carrera de obstáculos, esperó puntual el desborde de Marcelo a Bruno, mal intérprete en los dos tantos madridistas. Marcelo hizo descarrilar a su oponente y su servicio al punto de penalti fue embocado por Cristiano. Fin de fiesta. Anoche, bien merecida para el Madrid, quizá para el Madrid más convincente de la temporada, el que no sólo gana, sino juega, y muy bien. Aún está a tiempo. Con goles y fútbol se puede soñar.

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